Cuando falleció mi hijo mi vida
cambió 360 grados, todos los esquemas que tenía de cómo debería de ser mi
existencia se desvanecieron como si fueran un suspiro, podría decir que mi vida
murió con él, caí en un pozo oscuro y
vacío muy profundo y a partir de ese momento empezó mi duelo.
Tenía dos opciones: realizar un
duelo como había visto que pasaba en familias y que nadie me había enseñado o
intentar o inventarme un “buen duelo” para poder seguir viviendo de otra manera
distinta pero digna, serena y equilibrada según mi criterio.
Empecé mi duelo asistiendo a un
psicólogo, que algo me ayudo, pero por poco tiempo.
Luego encontré un centro de duelo
(AVES) que éste sí fue mi salvación, ahí me entendieron y me ayudaron a poder
seguir adelante, fue lo mejor que me podía haber pasado para entender la muerte
de mi hijo.
Influyeron muchas más cosas a parte de todo lo
que me ofreció ese grupo de duelo.
En mi caso mis creencias me han
ayudado mucho (entiendo que cada duelo es personal y diferente, hay muchas
herramientas para poder elaborar un buen duelo, pero siempre es uno mismo quien
tiene que realizarlo) en esa fe y esperanza que he tenido y sigo teniendo, en
que “hay algo más”.
He pasado por todas las etapas del
duelo y las he ido superando poco a poco, he hecho una transformación de oruga
a mariposa, he ido evolucionando procesando un buen duelo, me ha ayudado mucho
también en poder expresar mis sentimientos y emociones a través de la
escritura, plasmándolo en un libro que ya publiqué y otro que está en camino.
Nunca me obsesioné con nada que
me hiciera retroceder en mi proceso, siempre he mirado de llenarme de energía
para estar “fuerte” y así poder ayudarme primero a mí y luego poder hacerlo a
otras personas.
He leído muchos libros de
autoayuda que me han ayudado mucho a elaborar mi duelo, he asistido a talleres,
conferencias y actos relacionados con todo este tema del duelo, la vida, la
muerte y el crecimiento personal.
He conseguido tener mi autoestima
muy elevada, quererme más a mí a y a la vez a todos los demás (ya que al
principio del duelo solemos caernos en lo más profundo de lo que yo digo
inframundo y perdemos todo lo que teníamos antes).
Si realizamos un buen duelo
podemos salir adelante, nunca será como antes, pero será de otra manera
diferente, aprendemos a ser más espirituales, más humanos, más pacientes, etc.
y tenemos un conocimiento más intenso de nosotros mismos.
Es una tarea muy dificultosa
porque lo más fácil es dejarse ir y regocijarse en nuestro propio victimismo,
lo difícil es realizar este buen duelo y creo que la clave está en aceptar,
perdonar, perdonarse a uno mismo y transformar ese dolor en AMOR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario