El sentimiento de culpa en el proceso del duelo nos
puede llegar a producir un deterioro mayor junto con la tristeza, la rabia, la inestabilidad
emocional, la depresión y la inseguridad, llegando a producirnos alguna
enfermedad física o psíquica.
Esos pensamientos negativos nos obstaculizan el
poder desarrollar un duelo correctamente.
Es un sentimiento que a veces nos sobrepasa.
A menudo nos sentimos culpables por seguir viviendo
cuando ellos han partido, creemos que no tenemos derecho a reír y poco a poco
nos vamos machacando y machacando, porque no aceptamos su muerte, nos culpamos
a nosotros mismos y nos sentimos impotentes y sin esperanza.
Pero en realidad no deberíamos sentirnos culpables
de nada, esas culpas suelen ser irreales, lo que realmente hicimos era lo que
en esos momentos sabíamos hacer o lo que podíamos hacer, esos reproches a
nosotros mismos solo nos llevan a un sufrimiento añadido.
Esa culpa nos paraliza y no podemos tomar el control
de la situación, deberíamos utilizarla como una gran oportunidad para mejorar
diferentes aspectos nuestros, no juzgarnos, aceptando lo ocurrido y
perdonándonos esos pensamientos tan negativos que solo nos hacen más daño.
El antídoto a esa culpa es el AMOR y por mediación
de él llegaremos a donde no llega la lógica ni la razón.
Y ese Amor debería de ser “Incondicional” que es el
que se ofrece sin esperar nada a cambio.
Nuestro ego niega muchas veces nuestra capacidad
natural para expresar el Amor.
El Amor incondicional nos enseña a amarnos y
aceptarnos tal como somos y a la vez a amar a los demás y aceptarlos tal como
son.
Ese Amor da un paso más a delante para transformar las cosas simples y
sencillas en “especiales”.
En el corazón rige el Amor, las emociones, la
sensibilidad, es donde se desarrolla la felicidad, la autoconfianza, el
optimismo y la armonía.
El Amor incondicional es la meta donde deberíamos de
llegar porque es el antídoto de la culpa, pero muchas veces ponemos
condiciones, amamos a cambio de…, queremos tener el control, pero eso no es
querer, no es amar.
En el querer está el poder y se necesita un
equilibrio entre el amor y el poder.
El amor es la
fuerza más poderosa del Universo y me trae armonía y éxito en mi vida y en la
de los demás, crea una energía magnética que se refleja en los demás y es
cuando se aprecian cambios significativos en nosotros.
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