Una de las preguntas que la mayoría se hace cuando
fallece un ser querido, es entre otras, si es que realmente hay algo después de
la muerte, ¿Dónde están y cómo están y si nosotros los podemos sentir?.
Eso depende sobre todo de las creencias que uno
puede tener. Hay que respetar toda creencia y no hay que caer en el juzgar ni
criticar, todos tenemos nuestras verdades tanto para el que cree como el que no
cree en nada, todo debe de ser respetable.
Yo en mi caso, siempre he creído que hay algo más
después de la muerte física, y no hablo de religiones, sino de creencias en
algo diferente a lo que conocemos, me inclino más por las energías que todos
poseemos, yo les llamo chispas de luz divina.
La energía como todos sabemos no se destruye sino
que se transforma, pues bien, si esto es así, cuando se van nuestros seres
queridos no se van del todo siempre queda algo de energía de el en nosotros y
la nuestra en la de él y en realidad en la de todos los que estamos aquí porque
todos somos parte de todos.
¿Dónde están? Yo creo que pasamos de esta dimensión
que es la tierra, que es densa, material y potente a otra dimensión más etérea,
más sutil.
Y no creo que sufran como mucha gente se pregunta,
puesto que somos en esos momentos energías de diferente nivel, el que sufre y
padece somos nosotros que estamos en este tercer nivel denso y material y si el
apego es muy grande, mas sufriremos.
¿Cómo están? Creo que mucho mejor que nosotros, ya
que no tienen el cuerpo físico que nosotros aún tenemos, ellos se has
desprendido de ese “traje” que nos envuelve y ahora son libres de esa carcasa
que los limitaba como a nosotros ahora.
Siguen evolucionando de otra manera distinta a la
nuestra y como allí no existe el tiempo como nosotros lo medimos, pueden estar
en varios sitios a la vez, observándonos y ayudándonos de alguna manera pero no
interfiriendo en nuestra evolución, ya que
cada uno debe de resolver su propósito en este mundo.
¿Qué sentimos? Eso depende del estado de cada uno,
hay quien solo siente dolor y sufrimiento por su ausencia, que lo sentimos
todos en un principio del duelo y hay otros que transforman ese dolor en amor y
entonces es cuando podemos sentirlos de muchas maneras.
Podemos
sentir sus olores, oírlos, e incluso su presencia, de una forma muy sensitiva y
emotiva, dependiendo del grado de evolución de cada uno, pero para los que hayan
podido sentir eso, es como que te has quitado un peso de encima, que no te
dejaba caminar ni respirar y ahora tienes esa esperanza (en mi caso convicción) de que hay algo más,
de que están mejor y de que volveremos a estar juntos otra vez como siempre
hemos estado y siempre estaremos