martes, 10 de abril de 2018

La presencia del que se ha ido





LA PRESENCIA DEL QUE SE HA IDO


 


Cuando falleció mi hijo, diría que parte de mí se fue con él y a la vez parte de él se quedó en mí.


En un principio me sentí perdido, desconcertado y me dolió como nunca me hubiera imaginado que podría doler tanto, lo sentía en  todo el cuerpo, en el físico, en el mental y en el espiritual, todos a la vez.


El pensar que ya nunca más lo podría abrazar, besar, tocar…. Eso, eso me descolocó de tal manera que llegue a pensar que me volvería loco.


Hice mi proceso de duelo, lo mejor que supe y acepté toda ayuda que me llegó de mil y una manera diferentes.


Pero llegó un momento que mi mente y mi interior me decía que algo estaba allí conmigo, su presencia por decirlo de alguna manera, pero mi mente lanzaba mensajes diciéndome lo contrario, que era imposible sentir aquello que no se puede detectar, ver, concretar.


Esa dualidad, mente y corazón me persigue en casi todos los aspectos de mi vida en las decisiones que debo tomar, en los pensamientos y las actitudes.


¿Cómo podía saber si lo que estaba percibiendo, sintiendo era real o no?.


Esas sensaciones, me preguntaba si me estaba volviendo loco, si eran reales o eran mis deseos.


No sabía si mis deseos me estaban jugando una mala pasada o no.


Pero yo sentía cosas muy especiales, unas sensaciones en mi interior que hasta entonces no había percibido nunca y para mi eran tan reales como que yo estaba allí.


Me volví más sensitivo, intenté no juzgarme, dejarme ir, dejar fluir y empecé a sentir como que no estaba solo, a veces sentía como un escalofrío que cubría mi cuerpo o parte de él y lo interpreté como que su energía me estaba tocando (porque aparte de cuerpo somos energía y la energía no se destruye sino que se transforma).


He percibido su presencia muchísimas veces y de muy distintas maneras.


Auditivas, he oído su voz llamándome papá.


Olfativas, he olido su perfume muchas veces.


Táctiles, como una suave caricia, un beso, incluso en la cama como que algo se acostaba a mi lado y se hundía el colchón.


La sensación más real ha sido en sueños, lo he visto, he mantenido conversaciones, pero sobre todo lo más extraordinario fue el primer abrazo que recibí de él, fue maravilloso, no tengo palabras para expresar lo que sentí, solo lo pueden saber todo los que lo hayan podido experimentar como yo.


También lo he presentido por medio de teléfono, durante mucho tiempo cuando estaba más triste y sensible por su ausencia recibía llamadas por teléfono que al descolgar salía como una llamada desde un fax y esa llamada me aliviaba el dolor y me sentía con una paz que me cortaba esa sensación de vacío.


Su presencia la he sentido infinidad de veces y no estoy loco ni obsesionado por sentirlo, pero me ocurre muchas veces y me siento más tranquilo al saber o interpretar que está a mi lado. No he tenido nunca miedo a esas sensaciones.


Y todas ellas me llenan de certeza y seguridad, sé que permanecemos unidos en y por amor y esto me ayuda a poder seguir adelante y siento esa de energía que fluye en mí que forma parte mía y de él.


Por todo esto creo que están con nosotros y saber eso me llena de orgullo y esperanza.



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