Hacía
tiempo que quería escribir una carta dirigida a mi perrita “duna”, en
agradecimiento a su lealtad, paciencia, sumisión, inteligencia, obediencia,
respeto y sobre todo a su “amor incondicional”.
Llegaste
a nosotros el día 23 de Abrir del 2006 (que “causalidad” el día de mi Santo).
El día 20 de diciembre del 2005 nuestro hijo “Sergio” falleció en Sierra Nevada
(Granada) y por mediación del psicólogo nos recomendó que compráramos una
mascota porque creía que nos podría ayudar a sobrellevar el duelo de una forma
menos traumatizante. Y efectivamente así ocurrió y sigue ocurriendo hasta que
llegue el momento de que “Duna” nos deje también.
El
tener a Duna ha sido para nosotros una salvación por todo lo que ella nos ha
dado y sigue dándonos, cuando hemos tenido momentos de desmoronamiento (que han
sido muchos) ella estaba allí a nuestro lado mirándonos y dándonos lametones y
eso nos cortaba de golpe ese malestar.
Siempre
pendiente de nosotros, cada uno de nosotros para ella tenemos un rol diferente y así nos trata a
cada uno.
Llevamos
juntos casi ocho años y aún me parece que fue ayer cuando entró en nuestras
vidas. No sé exactamente lo que pueden sentir mi mujer y mi hija hacia Duna,
pero sí sé lo que yo siento, es una comunicación que no se darle nombre, su
mirada en mí es penetrante, es como si estuviera viéndome interiormente, hemos
llegado muchas veces a saber qué es lo que queremos cada uno en ese instante,
parece que me lea el pensamiento.
Sé que
los perros se fijan mucho en sus dueños y así saben muchas cosas antes de que
las hagamos, pero aun así hay momentos que no se darle una explicación a lo que
hace, se anticipa a cosas, aunque sé que los perros captan nuestras energías y
saben cómo reaccionar, hay algo que no se explicarlo.
Creo
que es una perrita “especial”, y que hay una compenetración “rara”, paseamos
muchas horas juntos y le hablo mucho y creo que de alguna manera me entiende.
Su
comportamiento no es solo con nosotros, también lo hace con la gente de la
calle o del parque donde paseamos o con otros perros, ella siempre muy
tranquila, no soporta que los perros se peleen enseguida salta hacia ellos para
separarlos de un empujón, tengo que estar pendiente de ella en esos instantes
para que no la muerdan a ella por meterse donde no la llaman.
Tengo
infinidad de anécdotas con ella, supongo que lo mismo les pasará a otros
dueños, pero en nuestro caso particular es muy especial por lo que comporta a
nuestras vidas.
Por
descontado que no suple a nadie y se perfectamente que es un animal, pero para
nosotros ha sido una bendición, un bálsamo que siempre le estaremos agradecidos
y todo eso sin nada a cambio y ella creo que lo sabe.
Ella
como todos los perros, “ven” cosas que nosotros no podemos captar y saben dónde
están las energías positivas y negativas, gracias a su finísimo olfato, su
agudo oído y su percepción e intuición de las cosas nos está ayudando a llevar
nuestro duelo y esto lo agradeceré mientras esté con nosotros, espero que sean
muchos años más, por nuestra parte la tratamos como un integrante más de la
familia (a sabiendas que no deja de ser un animal). Hace poco tuvimos que
operarla de unos tumores que le salieron, dos de ellos eran buenos, pero un
tercero ha resultado ser maligno, deseo que no se le vuelva a reproducir y nos
pueda dar muchos más años de su grata y confortable compañía.
Gracias a quien sea, que nos ha aportado el
hecho de que “Duna” apareciese en nuestras vidas en el momento preciso que lo
hizo, por todo lo que nos ha dado hasta ahora y por todo lo que nos aporte
hasta que llegue su momento de partir. Gracias “Duna”.
Precioso escrito
ResponderEliminarConvencidisima que es así...!Y Duna con esos ojazos de buena!
ResponderEliminarUn abrazo Jordi,
Jimena