Para mí la muerte de un ser
querido (centrándome solo en mi hijo, ya que he tenido también la de mis padres
y mi suegra, en el ámbito de los más cercanos), fue un shock., por lo
inesperado, ya que fue de un accidente mortal en plena juventud.
Fue muy duro ya que entré de
lleno en un abismo en el que no sabía cómo salir de él, se podría decir que
pasé del “todo a la nada”, así de golpe, sin prepararte para ello, sin previo
aviso.
Nunca me imaginé que enterraría a
mi hijo, siempre pensé que sería al revés, que era lo más lógico, pero la vida
me enseñó que no era así y de qué forma lo aprendí.
A partir de ahí tuve que aprender
a seguir de nuevo sin él, ya que en mi
ser no entraba la inexistencia tan rápida de mi hijo, tuve que aprender de
nuevo una forma de vivir completamente diferente a como la tenía planificada
desde mi nacimiento hasta mi muerte ( lo que nos habían inculcado a todos era más o menos, nacer, crecer, multiplicarte
y morir de viejo siguiendo todos unos parámetros muy parecidos).
Cómo esto fue así (rotos todos mi esquemas) tuve que renacer de mis cenizas y
creo que gracias también a mis creencias, fui resurgiendo poco a poco para
poder afrontar la muerte inesperada de mi hijo.
Estas creencias a mi me han ido y
siguen yendo de una forma eficaz para poder sobrellevar esta pena tan grande de
no tener a mi hijo de una forma física.
Somos seres de energía, y la
energía no se destruye sino que se transforma, cuando mi hijo murió parte de mi
murió con él pero a la vez parte de él
quedó en mi, así que de otra forma distinta el sigue viviendo en mí.
Creo que cada cual tiene que
afrontar la muerte de su ser querido como realmente pueda porque todos somos
diferentes, pero por mi experiencia he observado que si crees que hay algo más
después de la muerte, afrontas el hecho de una forma diferente, más llevadera y
menos penosa ya que esperas reencontrarte con él cuando llegue tu hora y esa fe
y esperanza te hacen más liviano el dolor.
Como no sabemos a ciencia cierta
qué es lo que hay después, nos acogemos a nuestras creencias sean las que sean,
con tal de llevar ese duelo más tenue.
Como se que no hay ninguna
persona ni ningún duelo igual, afrontar
la muerte pensando que puede haber detrás, depende mucho de lo que uno crea
puede haber detrás de la muerte, cada uno tiene su verdad y para mi todas son
válidas sin intentar convencer a nadie que mi verdad es la cierta y la del otro
no.
Basándome en mi creencia de que
somos energía, mi hijo está en otro plano con una energía muy superior a la que
yo tengo en el plano de la tierra que es donde estoy yo, por lo tanto al ser
niveles distintos de energía, yo no puedo llegar al de él, pero él si puede
rebajarse al mío, por lo tanto el que sufre y padece soy yo por su ausencia y
creo que cuando necesito ayuda el me la ofrece y así puedo seguir realizando mi
trabajo aquí en la tierra y cuando acabe de realizarlo me reuniré con él.
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