lunes, 12 de septiembre de 2022
¿EXISTE LA REENCARNACION?
Os paso unas anotaciones que tengo sobre la reencarnación, (que sea cierto o no depende de cómo lo interprete cada cual). Yo me informo de muchas cosas que quiero saber y hay veces que no entiendo nada y pienso “eso es que no me lo han explicado bien, o no estoy todavía preparado para entenderlo, o no me lo creo, solo me quedo con lo que en mi interior me llega, lo otro lo aparto y lo dejo, y al cabo de algún tiempo, entonces empiezo a entender, pero hay cosas que las aparto definitivamente, solo me quedo con lo que me llega en mi interior).
He leído casos de niños que dicen que han sido otras personas y se han comprobado y eran ciertas, existió esa persona que el niño dice que era, y ahí queda la incógnita.
De todo lo que te cuento no te creas nada, solo quédate con lo que realmente te resuene y todo está bien.:
¿Existen referencias a la reencarnación en la Biblia?
¿Dónde aparece la reencarnación, en el Viejo Testamento?
Dice Jo (14:14): “Muriendo un hombre, por ventura volverá a
vivir? Todos los días en que ahora combato espero hasta que llegue
mi cambio”. No había motivo para el patriarca cuestionar su fe en la
supervivienda. Ciertamente se refería a la posibilidad de retomar la
experiencia humana.
En el Libro de la Sabiduría (8:19-20), se atribuye a Salomón la
siguiente afirmación: “Yo era un niño de un natural feliz y había
obtenido una alma buena. Siendo bueno vine en un cuerpo sin
mancha”. Es difícil entender el sentido de sus palabras si no
admitimos que él se refiere a una existencia anterior.
¿Los profetas hacen referencia a la reencarnación?
En el libro de Jeremías (5:1), está registrado: “Antes de que te
formase en el vientre te conocí, y antes de que salieses de la madre, te
santifiqué; a las naciones te di por profeta”. Se evidencia la
preexistencia de Jeremías y su elevada posición espiritual,
habilitándolo para la importante misión junto al pueblo judío, en
condición de profeta, o médium como diríamos hoy.
¿En cuales textos, en el Evangelio, la reencarnación aparece de
forma objetiva?
En las referencias de Jesús a Juan el Bautista. Según las
tradiciones judaicas, el profeta Elías debería regresar a la Tierra en el
adviento del Mesías. Sería el precursor, aquel que anunciaría su
llegada y lo presentaría. Sabemos que Elías reencarnó como Juan el
Bautista. Jesús se refiere textualmente a eso cuando, instado por los
discípulos, dice: “Yo, sin embargo, os digo que Elías ya vino, y no lo
reconocieron, antes hicieron con él todo cuanto quisieron. Así
también, el hijo del hombre ha de padecer en las manos de ellos”
(Mateo, 17:12). Juan fue decapitado por orden de Herodes. Es
significativa la conclusión del evangelista, en el versículo siguiente:
“Entonces los discípulos entendieron que les hablaba de Juan el
Bautista”.
¿Aparece la reencarnación en otros pasajes evangélicos?
En Mateo (16:13-14), cuando Jesús pregunta: “¿Quien dice el
pueblo que es el hijo del hombre?”, responden los discípulos: “Unos
dicen Juan el Bautista, otros Elías y otros Jeremías o alguno de los
profetas”. Es obvio que los discípulos y el pueblo estaban
familiarizados con la idea de las vidas sucesivas o no tendría lugar
aquella respuesta. Lo mismo ocurre con Juan (9:12), cuando, delante
de un ciego de nacimiento, los discípulos preguntan: “Maestro,
¿Quién pecó, este hombre o sus padres para que naciese ciego?”.
Jamás harían semejante pregunta si no admitiesen la reencarnación.
Si la reencarnación aparece de forma tan evidente en el Nuevo
Testamento, ¿por qué fue proscrita?
A partir del siglo IV, cuando, por influencia de los emperadores
Constantino y Teodósio, se convirtió la religión oficial del Imperio
Romano, el Cristianismo entró en el desvío. Se institucionalizó; surgió
el profesionalismo religioso; fueron asimiladas prácticas externas del
paganismo; se crearon ritos y rezos, oficios y oficiantes. Toda una
estructura teológica fue montada para atender a las pretensiones
absolutistas de la casta sacerdotal dominante, que se imponía a los
creyentes con la draconiana afirmación: “Fuera de la Iglesia no hay
salvación”. En ese cuadro de ambiciones y privilegios, no había lugar
para una doctrina que exalta la responsabilidad individual, enseñando
que nuestro futuro está condicionado al empeño de renovación, jamás
a la simple adhesión a una iglesia.
Jerónimo, a mando del papa Damaso, en el siglo IV, fijó los
textos evangélicos definitivos, al elaborar la vulgata, una traducción
de la Biblia al latín, a partir de textos griegos. Ocurre que en esa época
la reencarnación era aceptada por una buena parcela del movimiento
cristiano. Sólo en el siglo VI prevaleció la corriente contraria y ella
fue oficialmente situada como herejía. A esa altura ya no era posible
alterar la vulgata.
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