La palabra
despedida parece como que suena un poco mal, pero creo que si se puede hacer
una “buena” despedida nos quitamos un peso enorme de encima. Porque para mí
poderme despedir significa poderle decir todo lo que le amo sin dejar ni un
suspiro en ningún rincón de mi ser, pero no siempre se puede “despedir” uno, en
mi caso no pude hacerlo porque yo estaba en Barcelona y el en Granada y fue por
accidente, fue rapidísimo y sin poderlo nunca imaginar que iba a pasar lo que
pasó, nadie estaba preparado para esa partida. Pero yo tenía necesidad de
hacerlo y lo hice meses después cuando estuve preparado, antes no supe ni sabía
hacerlo.
Según la forma de
morir nos puede ayudar o no, despedirse no es desprenderse de “algo”, es poder
estar en paz y en armonía con él y con uno mismo. Cuando la muerte es de
“repente” sea cual fuere el motivo, nos pilla desprevenidos , en fuera de
juego. Pero cuando la muerte la ves venir (aunque nunca querrías que así fuera)
entonces ahí si puedes ir preparando la despedida y creo que lo mejor sería
reparar los malos entendidos, perdonar y pedir perdón, intentar llevar a cabo
los últimos deseos del que se ira en breve, porque creo que es bueno para todos
por muy duro que nos parezca.
Hay muchas formas
de poderse despedir y además creo que muy personales, si estás junto a la
persona y sabes que se está yendo, decirle todo lo que todavía no hayas hecho,
si no puedes estar en el momento de su partida por diversos motivos, más tarde
cuando te hayas podido preparar, puedes hacerlo hablando con el
“imaginariamente” , mentalmente.
Utilizando la
“silla vacía” sentándote en ella y mirando la que está vacía (ahí estaría la
persona fallecida) decirle todo lo que se te ocurra y luego cambiando de silla
(él te contesta de alguna manera).
Enfrente de un
espejo hablarle (como si él estuviera dentro de ese espejo) y él te contesta y
lo identificas en tu mente. A través de sueños también te puedes comunicar y
así realizar esa despedida. Depende de muchos factores, de creencias, etc. Lo
importante creo que es poder estar en paz con uno mismo, porque si no ese
remordimiento nos va a acompañar el resto de nuestras vidas. En mi caso
concretamente, a pesar de que fue lo más difícil en mi vida, pude realizar
nuestra despedida más tarde cuando creí tener mis ideas más equilibradas y
porque mis creencias siempre me han ayudado, creo que aunque estemos solos
(como le pasó a mi hijo) nunca estamos
solos. Y de esta manera no me ha quedado ninguna asignatura pendiente con
respecto a mi hijo.