En verano del 2007
escribí lo siguiente:
Ha pasado año y medio
desde la muerte de mi hijo Sergio y tengo que reconocer que estoy aprendiendo a
sobrevivir llevando el dolor conmigo en vez de llevarlo arrastrando como me
pasaba al principio. Se me desgarró el corazón, y ahora está cicatrizando y
sangrando menos cada vez, aunque esa cicatriz la llevaré toda mi vida.
He pasado, creo, por
la mayoría de las fases del duelo y me imagino que nunca acabaré de pasarlas
todas, pero sé que se pueden ir superando. Al principio, no entendía nada, era
tan grande el dolor, que no podía entender que era lo que estaba sucediendo,
era como una película que no iba conmigo. Luego bajé de esa nube y empecé a
darme cuenta de la cruel realidad, no entendía por qué se había ido tan pronto
(con solo 21 años) y sobre todo por qué se había ido antes que yo. No lo
entendía (aunque en la historia de la humanidad, esto siempre ha ocurrido)
hasta que le pasa a uno.
Los primeros meses
lloraba muchísimo, tenía un sin fin de preguntas sin respuesta, no sentía
rabia, porque entendía que fue un tonto accidente, y no tenía con quien
descargar esa rabia. No me sentí culpable porque creo que todos tenemos un
destino y a mi hijo le llegó, me guste o no y no tenía a quien culpabilizar.
Sentí un vacío
en mí, por no tener a mi hijo, también sentí tristeza y soledad, pero poco a
poco lo voy superando gracias al AMOR que siento hacia mi hijo y cada día que
pasa los siento MÁS. Lo que si tengo y mucha, es añoranza pero poco a poco lo
iré superando. Cada día lo siento más en mí, lo llevo dentro de mí, donde voy
yo, el va conmigo.
Desde la primera
semana fui al psicólogo y me fue bien, pero hubo un momento que ya no
evolucionaba más, hasta que una amiga del trabajo de mi mujer nos habló del
“Grupo de Duelo AVES”. Y fue mi salvación porque gracias a las monitoras
voluntarias y al grupo de padres que les ha pasado lo mismo que a mí, gracias a
ellos, estoy saliendo adelante. Ahí podemos hablar de nuestros sentimientos, de
todo lo que nos pasa, de nuestras creencias y entre todos nos ayudamos, porque
nos entendemos, ya que fuera de este entorno la gente no nos entiende.
Nos ha cambiado
la vida, hemos cambiado nuestros valores, ya no sentimos lo mismo que sentíamos
antes de sufrir la perdida de nuestro ser mas querido.
Ahora ya no
tengo miedo a la muerte, no deseo morirme ahora, pero se que me llegará cuando
sea mi hora, creo que yo aun no he acabado de realizar mi obra en esta vida que
igual he elegido pero no estoy seguro.
La añoranza que tengo
la defino con unos poemas que he escrito para Sergio:
Quisiera abrazarte de
nuevo
tenerte cerca de mí
que tan siquiera
pudiera notar
tu cuerpo contigo
rozar
porque al no tenerte a
ti
yo de pena me muero.
Quisiera poderte besar
disfrutar de tu
presencia,
estar otra vez juntos,
juntar los dos mundos,
y poner en evidencia
el quererte, sin
estar.
Quisiera tantas cosas
ofrecerte,
que te cambiaría por
mi vida.
¿Por qué te fuiste, mi
amor?
siento tan gran dolor
que por mucho que lo
pida
no puede tenerte.
En un primer momento
las fechas eran como si me clavaran un puñal; todos los días 20 de cada mes, el
primer cumpleaños sin él, las primeras Navidades sin él, su santo, su
cumpleaños, etc,etc, fueron un calvario; pero ahora, ya me he dado cuenta que
todos los día son iguales, todos los días estoy con él, lo encuentro a faltar
siempre, pero a la vez el hecho de sentirlo conmigo me llena de tranquilidad y
de paz.
Somos energía y
se que estamos conectados de alguna manera a ellos (los seres queridos que ya
nos han dejado) y ellos desde el otro lado nos irradian su luz y energía y eso
nos ayuda a poder seguir adelante.
Creo que hay algo más
después de la muerte y, a mí concretamente, me ayuda mucho el tener esta fe y
esperanza y me aferro a ello, eso me hace continuar sin caer al pozo. Busco
todo lo más positivo e intento practicarlo conmigo y con los de mí alrededor y
así me siento mejor.
Otra fase que creo que
he superado o estoy en ello, es el desapego. El amor incondicional se
desarrolla con el desapego. No es “querer”, sino “amar”. “Yo quiero” expresa
pertenencia, sentido de propiedad, control; por lo tanto, apego. El amor va mas
allá, no tiene fronteras, es impersonal, es por el bien y la felicidad del
otro, no por el propio bienestar. Esa es la verdadera entrega.
No creo en las
casualidades, creo que toda causa tiene su efecto, nuestra vida tiene un
sentido, todo lo que hacemos, decimos, sentimos, pensamos, etc tiene una
relación, no hacemos nada porque sí. Todo tiene unas consecuencias. Lo que
sembramos luego recogemos. Y creo que lo principal es el AMOR: amor con todo el
mundo, el saber perdonar, el reconocer y el dar. Que difícil es todo esto, pero
si lo conseguimos creo que tendremos una paz, un bienestar, un sentimiento de
amor verdadero, y creo que es lo deben de tener nuestros hijos en el otro lado.
Poco a poco estoy
aprendiendo a vivir esta nueva vida ( que yo no he elegido)y creo que lo voy
consiguiendo gracias a la ayuda, por un lado del grupo AVES, por otro yo mismo
intentando comprender el por qué de su partida, por otro la energía que me dan
mi fe, creencia y esperanza de que hay algo más, por otro aferrarme a lo
positivo y apartar lo negativo y el sentir la ayuda de mi hijo desde el otro
lado con el amor que siento cada vez más fuerte. Y con esto creo que se puede
salir. Por mi, por mi familia y por él.
Jordi Estaña